Por: Jose Camilo Daccach T
El
paso de la música análoga al formato digital fue más largo de lo que
requería por las "patadas de ahogado" que daban los que no querían el
cambio. En el tema de los libros, los cambios vienen desde las mismas
librerías, permitiendo un desarrollo muy ágil.
No
hace mucho, requeríamos de algún dispositivo que diera vueltas a un
disco, de acetato o CD, para escuchar música. Primero fue el cambio de
formatos de discos análogos que requerían de aquellos tornamesas con
agujas, que hoy solo se ven en museos o “maltratados” para hacer
scratching en las discotecas, a formatos de discos digitales en CD’s.
Luego
fue el cambio de formato, de grabaciones digitales de gran tamaño donde
en un CD solo se incluían hasta 60 minutos de música, a tener formatos
de compresión como el MP3, que permite casi reducir a la décima parte el
tamaño de un archivo de música sin comprometer su calidad.
El
cambio más reciente, liderado por Apple con su iPod, de todos los
colores, sabores, tamaños y funcionalidad, fue deshacerse del todo de
los discos, de cualquier tipo, para reemplazarlo por dispositivos de
almacenamiento de estado sólido, sin partes que se mueven para
reproducir la música favorita del dueño del dispositivo. Se agregan
además funciones de búsqueda, calificación, clasificación, y demás
funciones propias de un buenmanejador de una biblioteca de música.
La
industria giró en torno a esta digitalización y ahora ya no se compran
discos en las tiendas, sino que se descargan canciones por internet. Los
equipos de sonido pasaron de ser esos grandes aparatos electrónicos, a
pequeños dispositivos con sonido espectacular en donde poner el iPod
para que la música se pueda compartir. No se pueden negar los múltiples
beneficios recibidos, para todos y a pesar de la “batalla” que libró la
industria discográfica, que obtenemos hoy con esta digitalización, que
está para quedarse.
Ahora
le ha llegado el turno a la literatura, los libros, las revistas, los
periódicos y en general cualquier medio físico de transmisión de
información. El reemplazo de medio, de papel a electrónica, se ha dado
hace ya varios años, a través de portales o sitios Web para el caso de
los periódicos por ejemplo, o “revisteros” electrónicos donde se puede
leer prácticamente en forma gratuita o a costos despreciables, cualquier
revista.
Ha
sido menos “batallado” el proceso de digitalización de la información,
porque el modelo de negocio de buena parte de este contenido informativo
se basa en la venta de publicidad. Y sea venta de publicidad para un
periódico impreso, o para las páginas del portal, la transión se ha
hecho más sencilla, sin embargo se han cerrado ya muchos periódicos de
esos considerados tradicionales y serios, por no haber podido hacer la
migración de formatos físicos a digitales. Otros siguen dando “la pelea”
generando contenido exclusivo para el formato físico, sin embargo no
creo que esta estrategia perdure.
No
hay todavía un estándar para los libros, como si lo hubo para la música
con el MP3, hay varios formatos de libros digitales y cada fabricante
del dispositivo tiene su propia versión para aplicarlo. Amazon, la
“librería” más grande inició esta migración en un proceso de
canibalización, contrario a lo que se hizo en la industria discográfica.
Inclusive Amazon indicó que su objetivo no es vender dispositivos de
lectura, pero que tuvo que construir y lanzar el Kindle porque era para
allá donde iba la industria.
Hoy
la existencia de otros lectores, como el Nook de Barnes & Noble, la
competencia “física” de Amazon, el iPad y demás tabletas le van dando
la razón. Estas empresas siguen siendo vendedoras de libros, no de
equipos de electrónica, pero entienden que la tendencia del mercado es
difícil de rebatir y combatir. Así como el PDF y el Open Document
Format, más el primero que el segundo, se han convertido en estándares
para documentos, se espera salga un estándar unificado para libros
digitales.
No
se puede negar la bondad de poder cargar en un pequeño dispositivo,
toda una biblioteca. Para los que leemos varias cosas a la vez, el
dispositivo es fabuloso, y se nota especialmente cuando se debe hacer la
maleta para viajar. Además de todas las funciones requeridas a un clic
con el dedo: diccionario para revisar palabras que no entendemos,
resaltar contenido y hacer anotaciones al margen, y hasta “doblar” la
punta de la página para marcar por donde vamos leyendo.
Hace
falta el olor de las páginas y la tinta, pero solo un poco, y
rápidamente vamos cambiando cantidades de libros físicos, por sus
contrapartes digitales, así como pasamos del vinilo o acetato al cd y
luego al iPod.
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