27 de abril de 2012

ÁVILA DIBUJADA: LA CIUDAD DEL S. XIX

Portada del libro Ávila dibujada.La ciudad del Siglo XIX. (Ed. Enero 2005)


         Ávila es imagen. Puede mirarse y remirarse por sus cuatro costados y siempre nos ofrece visiones diferentes, casi tantas como aquellos que la miran. Será la luz mágica del alba o la del atardecer, la del otoño o la de primavera,o el reflejo del cielo purísimo sobre sus torres y almenas. Siempre se descubren detalles nuevos si somos capaces de admirar la ciudad con detenimiento, tal vez con los ojos inocentes de un niño que descubre el mundo.

     Ávila son muchas imágenes superpuestas que, a través de los años, se han ido entretejiendo, entrelazando,hilándose en la rueca del tiempo hasta conformar el Ávila de la que hoy disfrutamos. La ciudad ha sido fotografíada por los cuatro puntos cardinales, también en sus entretelas, en ese Ávila interior, morada mística, que nos acoge y protege como el seno materno. Pero Ávila también ha sido dibujada, y esos grabados, esbozos y trazos nos llegan hasta nuestros días para dar fe y memoria de que otros abulenses, antes que nosotros, también construyeron,amaron y vivieron nuestra querida ciudad.

     Es la ciudad dibujada, desde la obra “Corrida de toros en Ávila”, de Julio Cornelio Vermeyen, un dibujo a pluma con aguadas que representa una “batalla” de toros celebrada en Ávila el día 8 de junio del año 1534, en honor del rey Carlos V, a la primera “vista” general de Ávila que fue realizada por Antón van den Wyngaerde, en 1570, aunque no será hasta el siglo XIX cuando proliferen los grabados y dibujos de Ávila y de sus monumentos, desatada la idea romántica y el interés por las joyas arquitectónicas de Ávila y del resto de España.


     Descubrimos, ahora, nuevos detalles y matices. Ávila muestra sus intimidades, su profundidad, el calado de sus cimientos y raíces que, desde luego, van mucho más allá de los dibujos del XIX, de la panorámica del XVI: no en vano tenemos la suerte de vivir en una ciudad cuando menos bimilenaria, como demuestran los restos del siglo I después de Cristo aparecidos en las últimas excavaciones arqueológicas llevadas a efecto en el corazón de la
Ciudad. Esos muros tan antiguos, esas casas, esas habitaciones, fuertes pues han resistido el paso de la Historia, son, tal vez, los dibujos que ahora recuperamos, los primeros esbozos, esculpidos en piedra, que no en papel, que conservamos que lo que fuera Ávila, de los sueños de los primeros abulenses que consumaron su proyecto vital a más de mil metros sobre el nivel del mar, en estas tierras austeras y recias del Adaja, que busca el mar entre roquedos y encinares, en el afán de encontrar sustratos transparentes y rozar con sus dedos la luz fascinante de las estrellas.





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