17 de septiembre de 2012

AVILA ROMANTICA EN LA FOTOGRAFÍA DE J. LAURENT (1864-1886)

Portada del libro Ávila Romántica

     Este es un libro de imágenes que narra la historia gráfica de una ciudad en un discurso contemplativo de una época histórica detenida en el tiempo, la misma que cautivó al movimiento romántico del convulsivo siglo XIX. En este periodo, la ciudad de Ávila recupera el esplendor medieval y renacentista como forma de representación de una especial atracción revitalizadora de su grandiosidad monumental heredada de un pasado floreciente. Ello se produce gracias a la fotografía de J. Laurent (1816-1886), un fotógrafo francés que retrató España al gusto de los viajeros extranjeros que encontraban en la península  extraordinarios contrastes de belleza artística, pasión y patriotismo, aventura y tradición, libertad y miseria humana.

     Los viajeros europeos apreciaban en Ávila la panorámica medieval que dibuja su fabulosa muralla, donde se intuyen atractivas formas de vida tradicional y viejas costumbres, un sentimiento romántico que se contrae en hermosas arquitecturas de antiguos templos y palacios, así como en su representación histórica. Laurent se acerca hasta Ávila aprovechando las ventajas del moderno transporte ferroviario recientemente inaugurado en 1864. La ciudad presentaba entonces la misma imagen que había descrito el poeta Gustavo Adolfo Bécquer en la crónica de la apertura de la línea del Norte por la reina Isabel II: “Casi perdida entre la niebla del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados murallones, la antigua ciudad, patria de Santa Teresa, Ávila, la de las calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los balcones con guardapolvo, las esquinas con retablos y los aleros salientes. Allí está la población, hoy como en el siglo XVI, silenciosa y estancada".


     En  la primera visita a Ávila, Laurent recorre sus calles y después de admirar el caserío monumental retrata la basílica de San Vicente; la casa palacio de Pedro Dávila, Marqués de las Navas; la casa palacio de Juan Vázquez Rengifo; la catedral del Salvador proyectada por elmaestro Fruchel en el siglo XII; el antiguo hospital de Santa Escolástica que se encontraba en ruinas; el abandonado palacio de Polentinos que años después fue adquirido por el Ayuntamiento para la Academia de Administración Militar; la iglesia de Mosén Rubí; el Palacio de Blasco Núñez Vela, entonces cuartel de milicias y academia militar; el convento e iglesia de Santa Teresa de Jesús; la plaza del Mercado Grande con el edificio de la alhóndiga; la puerta del Alcázar que da acceso al recinto amurallado desde el Mercado Grande; el convento de Santo Tomás; y la ciudad  amurallada  vista desde el humilladero de los Cuatro Postes. Como puede observarse, no toda la ciudad monumental fue retratada, pero sí, quizás, la más significativa. 









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