30 de diciembre de 2011

CARTA DEL NIÑO JESÚS A LOS REYES MAGOS

QUERIDOS REYES MAGOS:


Soy el Niño Jesús, nacido en una noche que llaman nochebuena (aunque no sé por qué, ya que hace un relente de mil demonios), y postrado en un pesebre, en medio de una pocilga. Porque esto no es un portal, es un establo se mire por donde se mire, no sé de dónde se han sacado eso de “portal”. Quiero pediros que, cuando vengáis a verme, por favor no me traigáis ni oro, ni incienso, ni mirra, ya que a mí no me sirven para nada.

Lo que os quiero pedir es mucho más sencillo, y sin embargo, muy muy necesario. Veréis, yo quiero: una bufanda, un gorro, unos guantes, un jersey, unos patucos, y una mantita, si pudiera ser, porque estoy pasmao de frío. Es que no me explico cómo, hasta ahora, nadie me lo ha regalado, cómo no se le ha ocurrido a nadie cubrirme un poquito. Porque nieva sin cesar, y va to Dios tapao hasta las orejas. To Dios, menos yo, el único Dios verdadero.

¡Si hasta el Ángel va vestido!, y todos sabemos que los Ángeles tienen cierto afán exhibicionista, y acostumbran a revolotear por el espacio mostrando sus cuerpos danone. Pero aquí estoy yo, con la que está cayendo, y como Dios me trajo al mundo.

No entiendo que todos me miren, me admiren, me contemplen y me adoren y que a nadie (lo que se dice a nadie), se le haya pasado por la cabeza, que si no me abrigan un poco, voy a coger una pulmonía de muy Padre y Señor mío. Vamos a ver; ¿para esto me han librado de Herodes?, ¿para ver cómo me quedo tieso?

¡La Virgen qué frío hace!, ahora que digo la Virgen… que quede claro que mi madre no tiene nada que ver con que yo esté desnudito. Primero porque es mi madre, y una madre es una madre, por más que cuando nazca su hijo no tenga preparada la canastilla. Y segundo porque, desde la visita del tío Gabriel (el arcángel) anunciándole lo mío, la pobre ya no distingue entre lo humano y lo divino, entre lo normal, lo paranormal y lo anormal.

(Voy a aclarar lo del “Tío Gabriel”. Como sabéis, porque sois Magos y lo sabéis todo, mi familia es extraña y complicada, por eso a los ángeles y arcángeles les llamamos tíos, y a los santos y santas les decimos primos y primas. De mis dos padres, a papá Dios le llamo Padre, el Padre, y a papá José le llamo Pepe, porque es mi p.p. (padre putativo), que suena un poco mal, la verdad, encima siendo mi madre la Virgen)

Volviendo a lo nuestro, también os pido que, si pudiera ser, estas prendas que os encargo sean “crecederas”, lo digo para que me sirvan cuando sea mayor. Porque, si os dais cuenta, de mayor (cuando lo de la Cruz, la Resurrección y todo eso), me vuelve a ocurrir lo mismo, que todo el mundo va vestido menos yo, ¡caray!, que más que vocación de redentor, parece que tengo vocación de stripper (menos mal que puedo presumir de tener un cuerpo divino, gracias a Dios).

Y otra cosa más: ¿me podríais quitar de este apestoso y maloliente pesebre y regalarme una cunita como Dios manda? Es que las pajas me están matando antes de tiempo. Me están dejando la piel en carne viva, y por lo que sé, aún falta mucho para que yo sea el Ecce Homo. Además, la mula y el buey están mosqueadísimos conmigo porque tengo lo que es suyo, su pesebre y su comida, y me asustan mucho y me dan mucho miedo cuando se acercan a mí resoplando. Dicen que para darme calor, pero ¡ya ya!... yo no me fío ni un pelo (al fin y al cabo, no soy el primo Francisco de Asís, no tengo porque fiarme de ningún animal, y la mula me parece a mí que es falsa como una ídem) por esto también, quiero, necesito, unas ropitas de abrigo, si tenéis a bien traérmelas, por favor.

Ya sé que la cuna no os la tendría que pedir a vosotros, que me la tendría que haber hecho papá Pepe, porque todos los padres acostumbran a hacer la cuna para sus hijos, y porque además, papá Pepe es carpintero, y se gana la vida, precisamente, fabricando muebles, cunas para más “inri” –¡¡huy qué yuyo, qué mal ha sonado esto!!!-. Quizá es que no sabía que yo iba a nacer tan pronto, puede que ni siquiera se creyese que fuera a nacer de verdad. Aunque Padre Dios, (el Padre), afirma que mandó al tío Gabriel (el arcángel) a que informara a Padre José (papá Pepe) de que yo estaba en camino.

En fin, queridos Reyes Magos, como por definición soy el niño más bueno del mundo, supongo que haréis caso a mis peticiones. Si no pudierais traerme lo que os pido, podéis regalarme carbón, que he oído que también tenéis esa costumbre (una costumbre que aplaudo, porque imagino que lo hacéis para que así se puedan calentar los niños más pobres, y daos cuenta de que en este momento pocos hay más pobres que yo).

No os lo toméis a mal, pero lo del oro el incienso y la mirra me parece una tontería muy grande. Sinceramente, ¿cómo se os han ocurrido regalos tan estúpidos? No creo que le haga ilusión a ningún niño de este mundo (bueno, ni del otro) Lo del carbón, sin embargo, sí es una buena idea. Seguro que todos los niños se ponen muy contentos cuando se lo regaláis. ¿A que sí?

Espero impaciente vuestra visita, mis querido Reyes. Os quiere mucho

     EL NIÑO JESÚS



Nota de la traductora:  el Niño Jesús nunca obtuvo los regalos que pidió. La explicación hay que buscarla en dos hipótesis: una de ellas mantiene que la carta nunca llegó a manos de sus Majestades ya que fue interceptada en su destino, la otra hipótesis sostiene la idea de qué los magos sí supieron de la carta, pero no pudieron –o no quisieron- cumplir tan sencillos deseos. ¿Quién interceptó la carta? ¿Dios Padre? ¿El Espíritu Santo? ¿La Virgen? ¿San José? ¿Un pastorcillo? ¿Una lavandera? ¿Por qué no regalaron al Niño lo que pedía sus Majestades? ¿Por qué no quisieron o por qué no pudieron? ¿Quién se lo impedía? ...

Espero poder dar respuesta a estas y otras cuestiones en las próximas Navidades.


Original de P. Gardiazábal Serrano























No hay comentarios:

Publicar un comentario